Elaboración: Se manda preparar el salmón en la pescadería como si fuese un libro; esto es, abierto sin las vísceras, cabeza, raspa ni cola.
Para que el salmón sea agradable a la vista y al paladar a la hora de comerlo, debemos ahora limpiarlo muy bien, quitándole todas las espinas y rebabas. Se deja con la piel.
Cuando esté limpio, lavado y seco se pone abierto en una mesa sobre papel de aluminio. Se le pica fino el eneldo y se le extiende la mezcla de sal y azúcar.
Se cierra y se coloca en el frigorífico con peso por encima, poniendo algún cacharro debajo con objeto de recoger el agua que va a soltar.
A las 12 horas se le da la vuelta y cuando pasen otras 12 se saca del frigorífico. Se separan las dos mitades, se le da un enjuagón rápido de agua y se seca suavemente.
Lo dejamos listo para el consumo o para congelarlo.
Cuando se vaya a servir se corta en lonchas finas con un cuchillo jamonero bien afilado. Si estuviese congelado se saca un rato antes y sin descongelar del todo se va partiendo.
Observaciones: Un salmón de 3 kg se queda al final en casi 2 kg.
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